Gramsci y Umberto Eco ya habían definido los relatos y antecedentes de la mafia en la novela popular francesa de las últimas décadas del siglo XIX, donde se expone un mundo maniqueo sometido a las acciones contrapuestas del bien y del mal, donde se sumerge una sociedad equilibrada sobre un estado de desorden permanente, ante las arremetidas contra los inocentes seres pasivos que tienen mínimas posibilidades para salir de sus postraciones y sometimientos, tan solo esperar y aguantar, y que los abusos de poder de élites privilegiadas siempre les pasen por encima de sus cabezas.
El grupo dominante, sea bueno o malo, rico o miserable, siempre se opone al grupo de los oprimidos, bien sea a través de gobiernos fascistas que sostengan férreo dominio sobre libertades y conquistas sociales, o aquel que triunfa con falsos planes y promesas para posteriormente apoderarse de la justicia, impone su propia moralidad dominante y, sin llamar al pueblo a compartir la responsabilidad de las grandes decisiones de gobierno, con un pacto social legítimo y no depender de caprichos de corporaciones nacionales y transnacionales, que paulatinamente cubren toda fuente de poder, fundamentan su accionar con leguleyadas sin éticas ni legitimidad.
www.tapiatietjenjairo@gmail.com [ Esp. Estudios Literarios, UNAD ].
