viernes, 21 de febrero de 2014

                 ¡CANTANDO, DIOMEDES, CANTANDO!
                         El  Legado   de  Diomedes
                         Por  Jairo  Tapia Tietjen, *
    Criterio acertado  por parte de la Fundación del Festival,  de la Leyenda Vallenata, en Valledupar, capital Mundial del Vallenato,   por reconocer la oportunidad de que al Cacique de la Junta, se le hiciera, oportunamente,  apoteósico  y popular homenaje a su nombre y arte musical, en la 27ª versión del Festival Vallenato 2014.


Bienaventuranzas :  varios medios comunicativos regionales, no solo la Costa caribeña, la Guajira y el Cesar, han emprendido enjundiosa tarea de programar y desarrollar la herramienta del aliento poético y enriquecedor del idioma. Esa lengua que Diomedes Díaz hizo suya con plenitud de sentido para millones de seguidores, huérfanos  de la escritura y el habla, para expresar sus sentimientos.
    Formidable tarea del trovar en lenguaje , para tantos  en su forma  ingenua, con audiencia y cantor asombrados, pero capaces de expresar los deseos y sentimientos íntimos y particulares en sus composiciones, tal como desde muy temprano en su vida, Diomedes tuvo el don  de asumir con rigor, sencillez y vitalidad que encontramos en la belleza de las composiciones de los  poetas  místicos y  troveros castellanos del Siglo de Oro español.
    Casi inventando y descubriendo los signos infinitos del entusiasmo real y profundo del ser y su afectos, tal como percibimos en su canción, “Brindo  con el alma” :

Como  no  puedo  verte  ni  puedo  hablar  contigo
ahí  te  dejo  esta  canción  de  recuerdo;  
 y  si  esa  fue  mi  suerte  haberte  conocido 
para  después   quererte   de  lejos.

    Diomedes Díaz, artista del público delirante, en todo momento hace gestos y señales rituales que son su  leitmotiv para exorcizar con  sentidos gestos de acercamiento poco usuales, tal como se registra en  “Cantando”:


                   “. . . porque salgo  a toda  hora     
 -                    a  cumplir  mis  compromisos,   
 -                   cantando,  cantando,           
 -                  cantando  versos  bonitos.


                      

EPÍGONOS  DIOMEDISTAS
     Tantas apresuradas declaraciones de algunos  dentro  de  su  “fanaticada”,   por espontáneas  e incompletas ,  ingenuamente  hurtan el trazado vital biográfico real, como siempre ocurre con aquellos privilegiados  intérpretes  del  sentir  popular, y quienes  más  reclaman confidencialidad,  resultan  ser  aquellos   que, de buena fe,   frustran trazar con credibilidad  el   perfil estructurado  de  su  héroe.
    Coincidimos, como tantos nativos de estas  caliginosas comarcas tropicales del norte colombiano, Diomedes había nacido de familia humilde en épocas accidentadas para la economía guajira, agravada por ancestralidades de un padre  rudo,  inculto  y  proclive a la vida disipada, que precipita en Diomedes  adolescente,  para su abandono   de los estudios básicos   e  ingresar, en adelante, a crueles condiciones laborales  de subsistencia, que a la vuelta de cada recodo  se mostraba  lleno  de incertidumbres.
Diomedes en directo apela a los secretos del arte amatorio y, de conquista en conquista, bajo el signo de las hembras y con su complicidad, ellas mismas testimonian que el  trovador  de la Junta se cobija con el consejo nietzscheano al pie de la letra :  “si vas con las mujeres, lleva el látigo”.
De esta forma llega a ser profeta en su tierra, su carisma, acento lírico en sus composiciones, y la leyenda que en su entorno la fanaticada  ayuda  a cultivar, para entonces convertirse en un desencadenador de situaciones sentimentales. Es el ideólogo de las actitudes populares en exitoso discurso vital , y  con su temprana desaparición lo  conduce, en su postrer destino, a cobrar cada vez mayor dimensión entre las figuras  de la canción popular latinoamericana.
El poeta crea para exorcizarnos de nuestras penas y hasta del mal de vivir como los simbolistas liberan el lenguaje de la crueldad de las leyes naturales, en perpetua renovación de su libertad en búsqueda de  la belleza; existencia libre de limitaciones, unido a medias con las múltiples formas del existir en insurgencia creativa contra el habla ordinaria.
Los versos en la lírica diomedista avanzan rítmicamente como olas de tres en tres ondas que conforman unidades que ascienden, seguidos de otra unidad descendente, con cierta intensificación emotiva y sonora  firmeza  en  las vocales largas que sirven para conferir expresividad al final del último verso, vinculando en uno solo el doble plano objetivo del mundo exterior, y el emocional del poeta que    clama por las atenciones de su fémina, alcanzando cierta euforia lírica y efectos apropiados en su obra artística, como objeto que retiene el interés del destinatario con cierta lógica poética y su manera de cantarlo nos da la impresión de un estilo ajustado a la exigencia de un tema, que busca su propia verdad poética, que nos aclara las emociones humanas familiares al descubrir expresiones que adapta al  sentimiento amoroso y al reclamo del favor de la mujer, en propuestas ecuménicas que escuchamos como en su tema: “Te  quiero  mucho”: 

                     Y hoy   que  siento  que  tú
                     me perteneces,
                     quisiera  llorar
                     de  la  emoción,
                    tú  serás  para  mí
                    la  bendición
                    hasta  el  día  de  mi  muerte.

Son las “verdades eternas” de que nos hablan los  poetas clásicos como Quevedo, Rubén Darío y Neruda, refiriéndose a la incomprensión y a la injusticia en nuestro entorno y la deprimente existencia de tantos, temáticas predominantes en la poesía desde la Ilíada y la forma como los troveros y escritores piensan que deberíamos ver  la  gran  plaza del mundo.

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